
Nuevos aranceles de EE.UU.: ¿cómo impactan en la economía y el empleo en Chile?
Con el inicio de abril, el gobierno de Estados Unidos sorprendió al mundo con el anuncio de una serie de aranceles globales que afectan directamente a sus socios comerciales, entre ellos Chile.
Esta decisión, impulsada por la administración de Donald Trump, establece una tarifa mínima del 10% para productos importados, generando preocupación no solo por las relaciones bilaterales, sino también por el impacto económico que podría tener en nuestro país.
Aunque aún no se han definido todos los productos afectados, las señales apuntan a consecuencias significativas para las exportaciones chilenas, lo que a su vez genera incertidumbre entre los distintos actores del mercado local.
Para Chile, una economía fuertemente orientada hacia el comercio exterior, la medida representa un nuevo desafío en un escenario económico que ya venía mostrando señales de desaceleración. A esto se suma la posibilidad de que otros mercados adopten medidas similares o respondan con represalias comerciales, aumentando la complejidad del panorama.
¿Qué busca el gobierno de Estados Unidos con estos nuevos aranceles?
El objetivo de la política comercial impulsada por el presidente Donald Trump es claro: proteger la industria estadounidense ante la competencia global y fortalecer la producción interna, especialmente en sectores estratégicos como el acero, la tecnología y la manufactura.
En su discurso, el mandatario señaló que estas medidas buscan frenar lo que considera una dependencia excesiva del extranjero, además de incentivar la creación de empleos dentro del territorio estadounidense.
Este anuncio marca un giro relevante en el comercio internacional. El establecimiento de una tarifa fija del 10% para las importaciones representa una política proteccionista que podría directamente a economías más pequeñas como la chilena, que dependen en gran medida de la apertura de los mercados.
Cabe destacar que Chile, al igual que otros países latinoamericanos, mantiene acuerdos comerciales con Estados Unidos desde hace décadas, incluso firmando un Tratado de Libre Comercio. Sin embargo, esta decisión unilateral del gobierno norteamericano pone en jaque dichos tratados, al menos en términos prácticos, y obliga a revisar las condiciones bajo las cuales se están exportando productos a uno de los principales mercados.
Impacto en el mercado chileno: incertidumbre y riesgo de desaceleración
El efecto más inmediato que se proyecta tras la aplicación de los aranceles es una menor competitividad de los productos chilenos en el mercado estadounidense. Con un recargo del 10%, el precio de exportación se encarece, lo que reduce la capacidad de competir frente a productos locales o provenientes de otros países que eventualmente logren condiciones más favorables.
En este escenario, uno de los sectores más afectados podría ser el de los alimentos, especialmente frutas frescas y vino, donde Chile tiene una fuerte presencia en EE.UU. Si bien el país ha logrado posicionarse como un proveedor confiable, el alza en los costos podría provocar una baja en la demanda o, incluso, el desplazamiento por productos de otros orígenes.
El cobre, principal producto de exportación chileno, también se encuentra en la mira. Aunque el impacto en este sector puede ser más gradual, debido a la alta demanda global del mineral, un aumento sostenido en los costos de exportación podría desincentivar el ritmo de producción o alterar los flujos de inversión extranjera en minería.
Asimismo, los economistas han advertido que esta medida podría poner en riesgo el crecimiento del PIB chileno para este año. Las proyecciones iniciales apuntaban a una expansión sobre el 2%, pero este nuevo escenario podría empujar al país hacia una desaceleración más profunda, especialmente si se suma a otros factores como el alza del dólar.
Consecuencias en el mercado laboral ¿hay riesgo para el empleo?
Si el comercio exterior se ve afectado por el cambio arancelario impulsado por Estados Unidos, también lo hará el mercado del trabajo en nuestro país. La relación entre exportaciones y empleo en Chile es directa, ya que miles de puestos dependen del dinamismo de sectores exportadores como el agrícola, el vitivinícola, la minería y el transporte. Cualquier reducción en la actividad de estas industrias podría traducirse en recortes de personal, congelamiento de contrataciones o disminución de horas laborales.
En este sentido, el sector agrícola es uno de los más vulnerables. En temporada alta, emplea a un gran número de trabajadores temporales para tareas como la cosecha, embalaje y transporte. Si la demanda desde Estados Unidos cae, los productores podrían ajustar sus volúmenes y contratar menos personal, impactando directamente a las regiones más rurales del país, donde estas actividades son una fuente importante de ingresos.
En el caso de la minería, los efectos podrían tardar más en evidenciarse, pero también generarían impacto. Si las exportaciones de cobre disminuyen o si el precio internacional se ve afectado por las nuevas condiciones, las empresas podrían reestructurar sus operaciones. Ya ha habido antecedentes en el pasado de ajustes laborales en este rubro ante contextos internacionales adversos.
Más allá de los sectores específicos, la incertidumbre generalizada que provocan este tipo de anuncios también influye en las decisiones de inversión de las empresas. Muchas pueden optar por postergar nuevos proyectos o ser más cautelosas al momento de contratar personal, lo que reduce las oportunidades laborales disponibles para quienes buscan empleo o desean cambiar de trabajo.
¿Qué viene para los próximos meses?
A pesar del panorama complejo que esta medida genera, el gobierno chileno aún cuenta con herramientas para intentar mitigar sus efectos. La existencia de tratados bilaterales de libre comercio y el marco legal que regula las relaciones comerciales entre ambos países ofrecen espacio para el diálogo y la negociación. En este sentido, el Ministerio de Relaciones Exteriores ya ha manifestado su intención de revisar las condiciones del nuevo arancel y buscar mecanismos para excluir a ciertos productos chilenos de esta medida.
Además, distintos gremios empresariales han pedido al Ejecutivo tomar una postura activa para defender la competitividad de las exportaciones chilenas, especialmente en sectores estratégicos. La capacidad de reacción del gobierno será clave para definir si esta medida será una barrera insalvable o una dificultad transitoria.
Por ahora, el llamado es a la cautela. Las empresas deben analizar su exposición al mercado estadounidense, diversificar sus destinos de exportación y adaptar sus estrategias ante un entorno cambiante. Al mismo tiempo, los trabajadores y quienes están en búsqueda de empleo deben estar atentos a los movimientos del mercado, considerando posibles cambios en la oferta laboral y la necesidad de nuevas habilidades.